Alfredo Jalife-Rahme
Antecedentes: el historiador británico-israelí Simon Schama, muy cercano a la dinastía Rothschild, acaba de diagnosticar que el mundo se encuentra al borde de una nueva era de furia” (Bajo la Lupa, 23/5/10).
Hechos: Pepe Escobar, analista de Asia Times (22/5/10), desmenuza los tropiezos estratégicos que ha sufrido EU frente a la creativa solución diplomática del BIT (Brasil, Irán y Turquía) para el intercambio del uranio persa y desliza la reciente advertencia proferida por Zbigniew Brzezinski –ex asesor de Carter y hoy íntimo de Obama– sobre el “despertar político global” y la “ruptura de las elites”.
En una reciente conferencia en Montreal bajo los auspicios del muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores estadunidense, el geoestratega Brzezinskirefrend a sus preocupaciones sobre el “despertar político global” cuando el modelo de la globalización –del que poco se sabe fue su verdadero creador en la década de los 70– se derrite apresuradamente y que anticipamos como “desglobalización”.
En la era de la Internet es patente el “despertar político global”: desde el repudio universal a la privatización depredadora de los hidrocarburos del Golfo de México hasta la indignación mundial por la piratería del barco turco Marmora y la carnicería de activistas pacifistas en aguas internacionales por el “Estado paria” de Israel (ex canciller Tzipi Livni dixit). Lo que no había advertido aún Brzezinski es la “ruptura de las elites” y ésa es la gran noticia cuando el hundimiento del Titanic de la desregulada globalización financierista no tiene salvación, además de carecer de capitán y timón. ¿Se encuentra acéfalo el mundo “occidental” o no saben más qué hacer cuando cunde su decadencia? ¿Emite Brzezinski el último canto del cisne de la globalización?
Después de arremeter contra Brzezinski (“cofundador de la Comisión Trilateral” junto al banquero David Rockefeller y su empleado Henry Kissinger), Paul Joseph Watson, feroz comentarista del portal Prison Planet.com (19/5/10), considera que sus lamentos en Montreal constituyen el diagnóstico del impedimento para la formación del “gobierno mundial”.
Ahora resulta que las “elites globales” se desgarran a consecuencia de su teratogénesis (creación de monstruos) cuando ya no saben ni pueden controlar a sus Frankenstein financieros que, a estas alturas, ya no puede resolver siquiera, como antaño, la declaración de una nueva guerra mundial por el sionismo financiero global, como ha dejado entrever entre líneas la “nueva doctrina militar”–más diplomática y menos bélica– del presidente Obama expuesta en West Point. A propósito, cabe señalar las lamentaciones bélicas de Israel sobre la nueva doctrina Obama que no favorece más a sus intereses unilaterales (Debka, 1/6/10).
Watson puntualiza las dubitaciones estratégicas de Zbigniew Brzezinski, quien apuntó que el liderazgo político global se volvió “mucho más diversificado, a diferencia de lo que acontecía relativamente en forma reciente” cuando China ha emergido como potencia geopolítica, mientras el liderazgo global del G-20 “carece de unidad interna con varios de sus miembros en antagonismo bilateral”.
El G-20 es en realidad un bloque eminentemente economicista, aglutina al fenecido G-7 y al resplandeciente BRIC (Brasil, Rusia, India y China), al que se han sumado otros nueve agregados culturales para el control de su voto (v.gr el “México calderonista”).
No se concretó el “gobierno mundial” de la Comisión Trilateral encabezada por la tripleta Brzezinski-Rockefeller-Kissing er, pero Zbigniew Brzezinski tampoco pudo seducir a China para incrustarla artificialmente al mortinato G-2, que obviamente hubieran controlado tras bambalinas las mismas “elites” occidentales. Mucho menos ha sido solución la implantación anglosajona del G-20, como ha sido notorio en sus tres recientes cumbres estériles, donde la dupla EU-Gran Bretaña pretende sujetar al BRIC.
Sin contar la deslumbrante revuelta del BIT (ver Geoeconomía Mensual en El Financiero, 24/5/10) –dos de ellos miembros del G-20–, que epitomiza el rechazo al apartheid nuclear de parte del G-15 (núcleo del resucitado Movimiento de No Alineados que hoy cuenta con 118 países), se ha acelerado la pérdida de control unipolar estadunidense (con su can faldero británico).
Como comentamos recientemente, durante el muy concurrido ciclo de mesas de análisis sobre economía mundial del siglo XXI, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM: entre el G-2, que no pudo imponer, y el disfuncional G-20 de objetivos encontrados, EU se ha quedado solo y sin mando.
A juicio de Paul Joseph Watson, la agenda unipolar del “gobierno mundial parece derrumbarse en todos los frentes” y coloca en relieve una frase de Brzezinski que explaya el surgimiento de un factor significativo: “por primera vez en la historia el género humano está despierto (sic) políticamente –una nueva realidad– como no había estado antes”, ¡pues qué bueno! ¿O no?
Ahora, según Brzezinski, la gente en todo el mundo está consciente de las “inequidades globales, desigualdades, explotación y falta de respeto”. ¿Se volvieron marxistas los globalistas unipolares? ¿Se asentará por fin el manto de “conciencia universal” que envuelve a la biosfera, el maravilloso concepto (r)evolucionario del jesuita paleontólogo Teilhard de Chardin?
Brzezinski advierte que el género humano no nada más está “despierto”, sino “agitado”, y que dicha “combinación”, con una elite fracturada, “hace más difícil el contexto para cualquier gran potencia, incluyendo a EU, la principal del mundo”.
Durante la sesión de preguntas y respuestas Brzezinski exhibió que aún padece la nostalgia conceptual por el “gobierno mundial”, tarea que, a su juicio, no cumple la ONU. Watson rememora una frase indeleble de Brzezinski en su libro de 1970 Entre dos épocas: el papel de EU en la era tecnetrónica: la “era tecnetrónica implica la aparición gradual de una sociedad más controlada (¡súper sic!). Tal sociedad sería dominada por una elite (sic), sin restricciones por los valores tradicionales. Pronto será posible asegurar una vigilancia casi continua sobre cada ciudadano (sic) y mantener al día expedientes completos (sic) que contengan su más íntima (sic) información personal. Estos expedientes serán sujetos a la recuperación instantánea (sic) por las autoridades”.
Cuarenta años después al orwellianismo tecnetrónico de Zbigniew Brzezinski, ¿no alcanzó, acaso, la sociedad occidental tales objetivos de íntima vigilancia ciudadana? Brzezinski es débil en semiótica: un “ciudadano” (que alcanza las alturas semánticas durante la revolución francesa) es un citadino con obligaciones y derechos, mientras que en la neoesclavitud tecnetrónica el llamado “ciudadano” cesa de existir al carecer de elementales derechos y al ser transformado antibiológicamente en un ser controlado y explotado para la lúdica productividad neoliberal.
El emancipado “ciudadano” es ante todo un ser biológico con aliento de libertad: requisito doblemente genético y adquirido que no puede cumplir la sociedad tecnetrónica de la comisión trilateral que no entendió que el “despertar político” es inherente a la naturaleza humana. ¿Cuál es el objetivo de una vida sin libertad?
Antecedentes: el historiador británico-israelí Simon Schama, muy cercano a la dinastía Rothschild, acaba de diagnosticar que el mundo se encuentra al borde de una nueva era de furia” (Bajo la Lupa, 23/5/10).
Hechos: Pepe Escobar, analista de Asia Times (22/5/10), desmenuza los tropiezos estratégicos que ha sufrido EU frente a la creativa solución diplomática del BIT (Brasil, Irán y Turquía) para el intercambio del uranio persa y desliza la reciente advertencia proferida por Zbigniew Brzezinski –ex asesor de Carter y hoy íntimo de Obama– sobre el “despertar político global” y la “ruptura de las elites”.
En una reciente conferencia en Montreal bajo los auspicios del muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores estadunidense, el geoestratega Brzezinskirefrend
En la era de la Internet es patente el “despertar político global”: desde el repudio universal a la privatización depredadora de los hidrocarburos del Golfo de México hasta la indignación mundial por la piratería del barco turco Marmora y la carnicería de activistas pacifistas en aguas internacionales por el “Estado paria” de Israel (ex canciller Tzipi Livni dixit). Lo que no había advertido aún Brzezinski es la “ruptura de las elites” y ésa es la gran noticia cuando el hundimiento del Titanic de la desregulada globalización financierista no tiene salvación, además de carecer de capitán y timón. ¿Se encuentra acéfalo el mundo “occidental” o no saben más qué hacer cuando cunde su decadencia? ¿Emite Brzezinski el último canto del cisne de la globalización?
Después de arremeter contra Brzezinski (“cofundador de la Comisión Trilateral” junto al banquero David Rockefeller y su empleado Henry Kissinger), Paul Joseph Watson, feroz comentarista del portal Prison Planet.com (19/5/10), considera que sus lamentos en Montreal constituyen el diagnóstico del impedimento para la formación del “gobierno mundial”.
Ahora resulta que las “elites globales” se desgarran a consecuencia de su teratogénesis (creación de monstruos) cuando ya no saben ni pueden controlar a sus Frankenstein financieros que, a estas alturas, ya no puede resolver siquiera, como antaño, la declaración de una nueva guerra mundial por el sionismo financiero global, como ha dejado entrever entre líneas la “nueva doctrina militar”–más diplomática y menos bélica– del presidente Obama expuesta en West Point. A propósito, cabe señalar las lamentaciones bélicas de Israel sobre la nueva doctrina Obama que no favorece más a sus intereses unilaterales (Debka, 1/6/10).
Watson puntualiza las dubitaciones estratégicas de Zbigniew Brzezinski, quien apuntó que el liderazgo político global se volvió “mucho más diversificado, a diferencia de lo que acontecía relativamente en forma reciente” cuando China ha emergido como potencia geopolítica, mientras el liderazgo global del G-20 “carece de unidad interna con varios de sus miembros en antagonismo bilateral”.
El G-20 es en realidad un bloque eminentemente economicista, aglutina al fenecido G-7 y al resplandeciente BRIC (Brasil, Rusia, India y China), al que se han sumado otros nueve agregados culturales para el control de su voto (v.gr el “México calderonista”).
No se concretó el “gobierno mundial” de la Comisión Trilateral encabezada por la tripleta Brzezinski-Rockefeller-Kissing
Sin contar la deslumbrante revuelta del BIT (ver Geoeconomía Mensual en El Financiero, 24/5/10) –dos de ellos miembros del G-20–, que epitomiza el rechazo al apartheid nuclear de parte del G-15 (núcleo del resucitado Movimiento de No Alineados que hoy cuenta con 118 países), se ha acelerado la pérdida de control unipolar estadunidense (con su can faldero británico).
Como comentamos recientemente, durante el muy concurrido ciclo de mesas de análisis sobre economía mundial del siglo XXI, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM: entre el G-2, que no pudo imponer, y el disfuncional G-20 de objetivos encontrados, EU se ha quedado solo y sin mando.
A juicio de Paul Joseph Watson, la agenda unipolar del “gobierno mundial parece derrumbarse en todos los frentes” y coloca en relieve una frase de Brzezinski que explaya el surgimiento de un factor significativo: “por primera vez en la historia el género humano está despierto (sic) políticamente –una nueva realidad– como no había estado antes”, ¡pues qué bueno! ¿O no?
Ahora, según Brzezinski, la gente en todo el mundo está consciente de las “inequidades globales, desigualdades, explotación y falta de respeto”. ¿Se volvieron marxistas los globalistas unipolares? ¿Se asentará por fin el manto de “conciencia universal” que envuelve a la biosfera, el maravilloso concepto (r)evolucionario del jesuita paleontólogo Teilhard de Chardin?
Brzezinski advierte que el género humano no nada más está “despierto”, sino “agitado”, y que dicha “combinación”, con una elite fracturada, “hace más difícil el contexto para cualquier gran potencia, incluyendo a EU, la principal del mundo”.
Durante la sesión de preguntas y respuestas Brzezinski exhibió que aún padece la nostalgia conceptual por el “gobierno mundial”, tarea que, a su juicio, no cumple la ONU. Watson rememora una frase indeleble de Brzezinski en su libro de 1970 Entre dos épocas: el papel de EU en la era tecnetrónica: la “era tecnetrónica implica la aparición gradual de una sociedad más controlada (¡súper sic!). Tal sociedad sería dominada por una elite (sic), sin restricciones por los valores tradicionales. Pronto será posible asegurar una vigilancia casi continua sobre cada ciudadano (sic) y mantener al día expedientes completos (sic) que contengan su más íntima (sic) información personal. Estos expedientes serán sujetos a la recuperación instantánea (sic) por las autoridades”.
Cuarenta años después al orwellianismo tecnetrónico de Zbigniew Brzezinski, ¿no alcanzó, acaso, la sociedad occidental tales objetivos de íntima vigilancia ciudadana? Brzezinski es débil en semiótica: un “ciudadano” (que alcanza las alturas semánticas durante la revolución francesa) es un citadino con obligaciones y derechos, mientras que en la neoesclavitud tecnetrónica el llamado “ciudadano” cesa de existir al carecer de elementales derechos y al ser transformado antibiológicamente en un ser controlado y explotado para la lúdica productividad neoliberal.
El emancipado “ciudadano” es ante todo un ser biológico con aliento de libertad: requisito doblemente genético y adquirido que no puede cumplir la sociedad tecnetrónica de la comisión trilateral que no entendió que el “despertar político” es inherente a la naturaleza humana. ¿Cuál es el objetivo de una vida sin libertad?
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